ANTONIO ESCOHOTADO

 

ANTONIO ESCOHOTADO

 

A la hora de escribir este artículo, no sabía muy bien cómo enfocarlo, pues valorar en unas pocas palabras la influencia que ha tenido en mi forma de ver el mundo el pensamiento de Escohotado, podría tildarse de osado en tanto que ningún sustantivo (él consideraba que las cosas sólo podían ser dichas mediante sustantivos y verbos) puede hacer justicia de la magnitud de su obra.

Sin embargo, el aprecio y la estima que, hacia su persona profeso, me conducen de forma casi inexorable a realizar esta reflexión, pues a veces es necesario rendir tributo a quien ha constituido todo un referente a la hora de confeccionar mi pensamiento crítico y, sobre todo, a cuestionar todo y no dar nada por sentado. En este sentido, la principal cruzada de la vida de Antonio ha sido la lucha contra el dogmatismo, soportar y magnificar el esfuerzo de admitir que uno puede estar equivocado en sus planteamientos y, por tanto, modificarlos en consonancia con la búsqueda de la verdad.

Pero ¿A través de qué medios es posible obtener una verdad aparente? Según sus más profundas reflexiones, esto no es más que el ejercicio del desvelamiento, la verdad es, al fin y al cabo, desvelar aquello que está oculto, y solo quienes demuestran tener la tenacidad y el compromiso de perseverar frente al cálido arropo del prejuicio son capaces de llegar hasta ella. A la verdad, en definitiva, solo se llega a través del aprendizaje, del goce por el estudio, y Escohotado hizo de esta filosofía toda una forma de vida (llegó a estudiar más de doce horas diarias cuando escribía su obra magna; Los Enemigos del Comercio) Él concibió el conocimiento como un arte, siendo el estudio su pincel.

Sin embargo, el atributo que mejor define el carácter de Escohotado posiblemente sea la valentía, nunca tuvo temor de expresar una idea que no fuera del agrado de quien le escuchaba, es más, no tuvo reparos en dedicar su tiempo y trabajo a los dos grandes temas tabú del siglo XX, como eran las drogas y el comunismo. Génesis de lo políticamente incorrecto, expresó sin ambigüedades, tras interminables horas de estudio, su opinión acerca de estos dos temas, conformando una obra tan extensa y rica ante la que solo podemos sentirnos honrados de poder acceder a ella. Y en consonancia con esta valentía de la cual hace gala este filósofo, otra cualidad que le lisonjea es la honestidad, es esa concordancia del hombre entre lo que piensa, lo que dice y lo que hace, y en este sentido, Escohotado siempre ha sido fiel a sus valores, los cuales pueden resumirse en la lucha por la libertad.

Y es que Antonio, en sus años de juventud, consideraba que el principal puente hacia la libertad era el comunismo. Él, comunista de cabeza y de corazón, afirmó que hubiera dado su vida para acabar con la de Franco, es más, estuvo a punto de alistarse en el Vietcong para luchar contra el imperialismo norteamericano. No obstante, años más tarde, este sentimentalismo, propio de etapas precoces de la vida, se fue transformando paulatinamente en un racionalismo empírico, cuya principal virtud fue la observación; el estudio de por qué ciertos países prosperan y otros no. En un principio, él consideraba que un país era rico por sus materias primas, posición geoestratégica, etc. Sin embargo, tras años dedicados, precisamente a la observación y al estudio, comprendió que un país no es rico debido a estas razones, sino que un país es rico porque tiene educación, porque hay una herencia cultural que permite tales avances. Es en estas vicisitudes cuando Antonio adopta una perspectiva liberal respecto al panorama político, aunque él siempre se definió como “un liberal de izquierdas”.

Esto se debe precisamente a la pena que le afligió saber que hasta entonces había estado equivocado, y lo que más le engrandece precisamente es esa capacidad de cambiar de parecer, de no adoptar un pensamiento irracional y dogmático que le hubiera llevado a aceptar sin ambages cualquier tipo de pensamiento sin necesidad de contrastarlo. En definitiva, los valores que mejoran definen a Antonio Escohotado son la valentía y la libertad, la valentía de aceptar que puede estar equivocado y no titubear a la hora de rectificar y perseguir el goce de aprender, y la libertad en el sentido de que siempre expuso, de forma clara, sus pensamientos sin importar que fuesen controvertidos u objeto de la crítica más feroz.

En todo caso, a pesar de su desafortunado fallecimiento, la figura de Antonio Escohotado permanecerá viva en tanto en cuanto se mantenga la avidez por el estudio y el conocimiento, pues estos sustantivos tienen ya, desde su muerte, una percepción diferente, que hace que no puedan ser pensados sin concebir en primera instancia la voz de Antonio elevando a la categoría de virtud tales conceptos.

Antonio Escohotado, tu obra es atemporal y perdurará en nuestras bibliotecas como último reducto de lucidez, además, siempre serás recordado tal y como tú deseaste, como “aquel hombre que quiso ser valiente, y descubrió cómo estudiar”.

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